¿Cómo adaptar la vivienda para envejecer en casa?

Eliminar alfombras, colocar cantoneras en las esquinas de los muebles o instalar sensores de luz pueden hacer más fácil el día a día de una persona mayor en su hogar

Por María Ruano

A medida que envejecen, las personas mayores van perdiendo su autonomía y tienen más dificultades para moverse y realizar las tareas domésticas. Las necesidades cambian y la vivienda debe ser un espacio que se ajuste a ellas. Sustituir la bañera por la ducha, colocar elementos de apoyo, evitar poner artículos en muebles altos o eliminar las alfombras son algunas de las recomendaciones que recoge Euskadi Lagunkoia en la ‘Guía para una vivienda amigable’. Eso sí, mejor llevarlas a cabo poco a poco y no de golpe, porque el hogar debe seguir siendo ese espacio donde se sientan cómodos y seguros, y no perdidos.

Qué hacer en la vivienda

La vivienda de una persona mayor suele ser el hogar familiar que acumula años y años de recuerdos y que los hijos abandonamos hace tiempo, aunque en ella dejamos nuestros ‘tesoros’: ropa, juguetes, apuntes de la universidad, o incluso aquello que en nuestra casa actual no nos entra y ‘aparcamos’ en la de nuestros progenitores. Así que es el momento de ponerse con el ‘método Marie Kondo’: seleccionar aquello que de verdad nos transmita felicidad y/o que usemos y regalar, donar o tirar lo que ya no necesitemos.

Aquí entran en juego la luz natural y la indirecta. Lo más recomendable es aprovechar al máximo la natural, manteniendo limpias las ventanas y libres de obstáculos que impidan la entrada de luz. Aunque es cierto que, cuando se originan deslumbramientos, es mejor optar por echar las cortinas o bajar la persiana.
En lo referente a la iluminación artificial, sería conveniente que se pudiera orientar en distintas direcciones y de intensidad regulables, para que se pueda adaptar la luminosidad a las necesidades de cada momento.
Otra alternativa es colocar sensores de luz -detectores de movimiento y presencia- que se activen a nuestro paso. Son muy útiles en espacios como el recibidor o los pasillos.
Asimismo, a la hora de elegir bombillas las luces Led son la mejor opción, ya que ayudarán a ahorrar en la factura energética. Para habitaciones y salas de estar se recomienda la luz blanca cálida (por debajo de 3.000 Kelvin), mientras que para baños y cocinas es más adecuada la luz blanco puro (en torno a 4.500 Kelvin).

Colocar los interruptores y enchufes de manera estratégica contribuirá a que el día a día sea más cómodo.
Es conveniente poner interruptores en sitios concretos y de paso frecuente, como al principio y final de una escalera o pasillo, junto a las puertas de entrada o en el cabecero de la cama. Además, se puede optar por los conmutados, que permiten encender y apagar las luces desde distintos lugares, y de un color distinto al de la pared o con un testigo luminoso para que localizarlos en la oscuridad resulte más sencillo. La distancia adecuada para instalarlos son a 90 centímetros o un metro del suelo.
En cuanto a los enchufes, se debe estudiar también dónde ponerlos y cuántos se necesitan realmente para evitar tener que colocar alargadores, que suelen quedar en medio y molestar al movernos. Lo mejor es situarlos a la misma altura que los interruptores o, al menos, a una distancia del suelo superior a 40 centímetros. Para disminuir el riesgo de tropiezos o caídas, hay que evitar que los cables queden por el medio. Mejor fijarlos a la pared.

Los pomos de torsión pueden ser complicados de abrir. Por eso es aconsejable que se sustituyan por los de barra o agarraderas que se puedan empujar.
Para las puertas, es recomendable que el espacio sea de 90 cm, ya que así podrá pasar con facilidad una silla de ruedas. Sin embargo, algunos modelos resultan muy pesados, así que otra alternativa es colocar puertas de doble hoja, de forma que una sea funcional y la otra fija y que solo se abra en caso de necesidad.

Además de elegir un suelo que nos guste y que sea fácil de limpiar, se deben tener en cuenta características como que sean antideslizantes, regulares, suaves y resistentes y pensando siempre en la estancia donde se quieren colocar. También que no tengan elementos que sobresalgan, como a veces ocurre en los accesos a balcones y terrazas. Si los suelos son de madera, se les puede tratar con ceras antideslizantes.
Si la persona mayor padece problemas de visión, hay que huir de aquellos con contrastes excesivos de patrones o dibujos que puedan confundir y percibirse como cambios de nivel o que encubran los cambios reales.
En caso de que existan peldaños, han de estar señalizados y poner algún apoyo que ayude a la persona a agarrarse para solventarlos.

La mejor opción sería retirarlas para evitar caídas o tropiezos. Pero si se quieren mantener, es aconsejable que sean finas y fijarlas con una red antideslizante de goma o con cinta adhesiva de doble cara.

Las persianas y cortinas contribuyen a medir el grado de luminosidad que queremos en las estancias, además de ayudar a controlar la temperatura.
Si las persianas son antiguas, es posible que cueste subirlas y bajarlas por su peso. Si no son muy grandes, se puede cambiar el mecanismo o echarle lubricante para que corran más fácilmente.
En caso de cambiarlas por completo, conviene decantarse por aquellas que sean ligeras. También se pueden colocar eléctricas, que se accionan con un interruptor y son muy útiles, sobre todo en persianas muy grandes y pesadas.

El primer consejo es deshacerse de los muebles que no sean necesarios. En aquellos que nos quedemos, se pueden colocar cantoneras de goma en las esquinas para evitar golpes. Y si se adquiere mobiliario nuevo, elegir los que tengan bordes redondeados.

Algunos consejos de bajo coste

– Tener una linterna a mano en la mesilla te puede ayudar a iluminar el camino hacia el baño por la noche.
– En pasillos largos puedes incluir un pequeño sillón o silla para descansar o que sirva de apoyo para agarrarte. Eso sí, que no interrumpa el paso.
– Pintar las puertas de las habitaciones con diferentes colores puede ayudar a las personas con dificultades visuales o demencia a encontrar su camino.
– En el baño, coloca alfombrillas antideslizantes, barras de agarre y añade un asiento (mejor no abatible) para la ducha.
– En la cocina, pon los productos más usados a una altura accesible. Para cocinar, las encimeras abiertas en la parte inferior facilitan que las personas con silla de ruedas o que se cansen de pie lo puedan hacer.
– Utiliza tendederos de pie, abatibles y a una altura máxima de 1,20 m.

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