¿Cómo hacer más llevadera la vuelta a la rutina de estudios?
Los expertos inciden en la importancia del proceso de adaptación, sobre todo en los más pequeños
Por Irati Alonso
Tras dos largos meses de vacaciones, cuesta regresar a la rutina de estudios. A la hora de enfrentarse al síndrome post-vacacional, es importante volver antes para adaptarse. “De esta forma llevaremos semanas andando para cuando nos toque correr”, explican Alexander Rodríguez y Germán Molinero, psicólogos del Centro Jokabide y miembros de del Colegio Oficial de Psicólogos de Álava y el Colegio de Psicología de Bizkaia respectivamente. Los expertos citan herramientas como la agenda, los post it o las alertas en el móvil, que pueden servir de ayuda para volver a la temida rutina.
Otra de las claves puede ser instaurar hábitos que no supongan demasiado esfuerzo. “Muchas veces instauramos rutinas bastante tediosas sin ningún tipo de recompensa y sin recordar que el refuerzo positivo, aunque sea pequeño, siempre ayuda. “¿Qué ocurrirá cuando termine de estudiar? Tal vez una merienda preparada con especial mimo me motive para enfrentarme al trabajo de otra forma”, apuntan.
Manejar las distracciones también es esencial. Los adultos somos conscientes de los estímulos que nos alejan del trabajo pero en el caso de los menores hay que echarles una mano a la hora de diferenciarlos. “Hay algunos que aprenden mejor con música por ejemplo, mientras que a otros les distrae demasiado. Hay que aprender a diferenciar entre estímulos amigos y enemigos a medida que estamos con los niños”, inciden Rodríguez y Molinero.
Por otro lado, “y esto es algo en lo que los adultos fallamos a menudo”, es importante enseñar a los chavales a diferenciar entre urgente, importante y accesorio con el objetivo de evitar bloqueos, parálisis y agobios innecesarios.
Para cada etapa educativa, los expertos facilitan una serie de consejos de cara al inicio de curso.

Una transición calmada y mucha paciencia facilitarán la adaptación. Sabemos que en esta etapa queremos que los peques se acostumbren a la rutina escolar lo antes posible para poder estar más relajados en casa, pero hay que mentalizarse de que no siempre van a conseguir ‘despegarse’ de nosotros fácilmente. Visitar previamente las inmediaciones del centro o incluso jugar en el parque de la escuela con compañeros con los que compartirán aula ayuda a afianzar las relaciones y que vean con mejores ojos acudir al colegio, o que al menos la escuela no acabe siendo ese lugar al que siempre van llorando. “A algunos peques también les ayuda dejar algo suyo en el colegio, como un pañuelo, un juguete o una almohada de sus dibujos favoritos”, explican.
Momento idóneo para que empiecen a organizarse ellos solos. Empezaremos con exigir lo básico, como que se siente en su sitio o siga el contenido, y poco a poco buscaremos que adquieran otra serie de habilidades más elevadas como el control emocional, la organización, la planificación y la priorización. Rodríguez y Molinero recuerdan que “no aprenderán a frustarse si vosotros lo hacéis por ellos, la tolerancia se basa en el contacto”. En esta etapa los niños empiezan además a preocuparse por las calificaciones, por lo que es recomendable insistirles en que “son solo orientativas”.
Fase para “dejarles volar” y que tomen sus propias decisiones sin perder el papel observador. “Hay que quitarles miedo al fracaso. Dejar que se equivoquen de vez en cuando y que aprendan la mejor manera de acercarse al conocimiento”, recomiendan.
Como el anterior, período en el que desarrollan su personalidad e inquietudes, por lo que es importante estar a su lado: “El cerebro de un adolescente es capaz de relativizar y abstraerse: acompañémosles en estos viajes en los que se plantean y replantean todo lo aprendido”.
Muchos alumnos tienen pesadillas con esta palabra, ya que un examen puede influir en todo su futuro.“Hay que empezar por reconocer que la selectividad es, per se, estresante: no la inflemos aún más. El lenguaje y nuestra forma de hablar de la selectividad es relevante, y recalcar que su futuro depende de un examen no va a ayudarles a la hora de estar más relajados”, advierten los psicólogos. Apuntan a dos claves: organización y descanso. “Recortar horas de sueño para apurar alguna materia puede terminar siendo contraproducente, al igual que no tomarse descansos y tiempos para oxigenarse”, incurren sobre este último.
El papel de padres, madres y profesores
El papel de los progenitores es esencial durante todas las etapas. Por eso los psicológocos les recuerdan que es más fácil y menos agobiante establecer las rutinas cuando es pronto, cuando no se necesitan con urgencia. Además, es importante respetar el tiempo libre. “Con la vuelta al trabajo cada vez tenemos menos tiempo para disfrutar de lo que nos gusta y a nuestros hijos les pasa lo mismo, a veces siendo absorbidos por una marea de deberes, exámenes y tareas, pero respetar el equilibrio entre ocio y deber es esencial para la salud mental y el buen desarrollo”, subrayan. “Si decidís apuntarles en algún deporte o actividad extraescolar, que siempre sea algo consensuado, y que de verdad tenga ganas de aprender o desarrollar esa materia o competencia”, añaden.
En cuanto a los docentes, el principal consejo es “que la clase se adapte tanto a ti como tú a ella”. Mediante la comunicación activa entre ambos, los profesores deben tener en cuenta las particularidades de cada grupo, en el que siempre existen conflictos. “El primer paso frente a eso es buscar plan. Si tienes uno antes de que estos conflictos ocurran, estarás dotando al aula y al alumnado de una estructura clara a la que agarrarse en momentos de ansiedad, especialmente si ese plan es compartido por el resto del profesorado”, explican Rodríguez y Molinero.