Consejos y técnicas de estudio para un aprendizaje idóneo
Aprobar no es una cuestión de suerte, sino de dedicación, planificación y de hallar la estrategia que mejor se adapte a ti
Por María Ruano
Muchos niños vascos acudirán el próximo curso por primera vez al colegio. Mientras, en el actual el alumnado continúa su aprendizaje y deberá afrontar los exámenes en los próximos meses. Aprobar no es una cuestión de suerte, sino de constancia y planificación. Con el fin de sacar el máximo partido a las horas de estudio de niños y adolescentes, Joxe Amiama, doctor en Psicopedagogía y miembro del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la UPV/EHU, señala algunos aspectos a tener en cuenta.
Al ‘cole’ por primera vez, ¿cómo prepararlo?
Asistir al colegio por primera vez implica una serie de cambios que pueden despertar inseguridad e incertidumbre en el niño. Una nueva rutina, nuevas personas, alejarse durante unas horas de su aita o ama… Para que el cambio sea lo más llevadero posible, Amiama recomienda establecer rutinas que le permitan «anclar los distintos aprendizajes que está adquiriendo» y repetirlas, aunque las realice con adultos diferentes.
Por ejemplo, si un día le llevan al colegio aita o ama y al siguiente los abuelos, es conveniente mantener el mismo recorrido o que la hora del baño sea siempre la misma.
¿Sirven las mismas estrategias de estudio para todas las etapas?
Cada etapa tiene unos objetivos de aprendizaje diferentes. Así, en Educación Infantil el foco está en que los niños adquieran autonomía de manera progresiva en sus actividades habituales.
En Educación Primaria, una de las metas es lograr el desarrollo de hábitos de trabajo individual y colectivo. Aquí la lectura y la comprensión lectora son fundamentales. «El niño pasa de la lectura mecánica, que es pronunciar bien lo que lee, a la lectura comprensiva», detalla Amiama. Se trata de un proceso natural que se trabajará en clase, pero que se puede fortalecer en casa pidiéndole que explique con sus palabras lo que ha leído.
En Educación Secundaria Obligatoria, su autonomía ya será mayor. Por eso aquí la clave está en desarrollar y afianzar hábitos de disciplina y estudio, como aprender a gestionar y controlar los tiempos y ser capaces de diferenciar qué contenidos les parecen más sencillos o de mayor complejidad.
Para aprovechar las horas de estudio, una opción es realizar des-de la primera lectura anotaciones en los márgenes. «Por ejemplo, ‘++’ si ya se sabe la idea principal; ‘+’ si la sabe, pero leerlo le ayuda a reforzarla; ‘=’ si le cuesta memorizarlo pero lo compren-de; ‘-’ si no lo entiende; y ‘–’ si requiere resolver la duda con otras personas. «Los niños y adolescentes deben acostumbrarse a pedir ayuda y a preguntar cuando no entienden algo», advierte.
Superada la ESO, podrá finalizar sus estudios, cursar bachillerato o matricularse en un ciclo formativo. Si opta por continuar estudiando, la mejor opción de cara a su futuro laboral, se embarcará en una etapa donde aprender a realizar esquemas y resúmenes resultará esencial para que el estudio sea efectivo.
Mates, lengua, ciencia… ¿se estudian igual?
Evidentemente, no es lo mismo estudiar asignaturas de ciencias que de letras. Algunas requerirán mayor memorización y otras más práctica, aunque para Amiama depende más del sistema de evaluación que de la asignatura en sí. «En función de lo que pida el profesorado para esa asignatura, el alumnado deberá estudiar de una manera u otra», indica. Sea cual sea la materia, hay que tener en cuenta cinco aspectos clave: Planificación: Es aconsejable analizar de forma consciente «qué estrategia se ha utilizado para estudiar, cuánto tiempo se ha invertido, si ha sido funcional, cómo se han afrontado los pensamientos rumiativos…» para evaluar si se obtiene rendimiento o hay que cambiar algo. Actitud: Debe ser positiva, tanto del estudiante como del entorno. Conviene evitar comentarios negativos, como ‘a lo mejor no vales para estudiar’ o ‘lo tuyo no son las matemáticas’, porque «ahora el aprendizaje es continuo, a lo largo de la vida, y esos comentarios podrían resultar dañinos», advierte.
Hábitos: Establecer rutinas, tiempos de estudio, sopesar si es necesario llevar la materia al día… «Técnicamente es lo que se recomienda, pero en la práctica resulta difícil. De hecho hay personas que trabajan mejor con algo de presión», matiza. Habilidades: En primer lugar, hay que asegurarse de comprender el contenido. Cada persona es única y debe encontrar la forma de estudiar que mejor le resulte. Hay quienes con atender en clase «casi lo entienden y necesitan repasar poco; otros deben leer el texto o realizar ejercicios o ejemplos prácticos porque les ayuda a visualizar», enumera. Otras habilidades a desarrollar son la toma de apuntes o el afrontamiento de los distractores, como internet o los pensamientos rumiativos.
Formas de estudio: Leer en voz alta para memorizar, contarle el contenido a otra persona, subrayar y hacer esquemas o mapas conceptuales, asociación de imágenes… Todas tienen ventajas y desventajas, pero se pueden combinar para aprovecharlas al máximo. Ambiente de estudio: El lugar perfecto para estudiar no existe. Hay quien se concentra en una habitación en silencio o en la biblioteca o «quien prefiere la cocina, aunque se escuche la lavadora, porque le genera un ambiente cálido». «Cada persona debe saber cuál es su mejor estrategia y qué le funciona y qué no. Por eso hay alumnos que prefieren acostarse tarde y estudiar de noche y otros optarán por levantarse pronto y estudiar por la mañana».
¿Es útil encerrarse el fin de semana en casa?
Dejar el estudio para el último momento puede generar sentimiento de culpa y, para aliviarlo, encerrarse en casa a ‘hincar codos’ el fin de semana se plantea como una solución para muchos. Pero, ¿es realmente útil? «En un análisis práctico de las horas invertidas, a lo mejor en todo el fin de semana le hemos dedicado seis u ocho horas. En lugar de quedarnos sin salir, quizá podríamos habernos organizado para estudiar por la mañana y salir por la tarde», ejemplifica. Por eso es necesario analizar en familia y en el centro escolar «cuánto tiempo se han quedado en casa y si les ha cundido. Se trata de calidad y no de cantidad», resalta Amiama.
¿Hasta cuándo ayudarle con los deberes?
En principio, los deberes escolares «deben ser un trabajo autónomo, pero los niños pequeños aún no lo son y por eso buscan a menudo el apoyo de las personas adultas de su entorno», comenta el experto. En su opinión, lo recomendable es que en los primeros años se centren en la lectura e incorporar los deberes a medida que crezcan.
En cualquier caso, «la función de la familia es generar ambiente, que tenga un espacio donde hacerlos y evitar que les moles-ten mientras los hacen». Asimismo, es recomendable interesar-se por los contenidos que cursan, pero sin presionarlos. «Si ves que tu hijo te responde cuando le preguntas, que te hace partícipe, sigue. Pero si ves que se molesta, evítalo. El acompañamiento en los deberes es un tema bastante particular entre dos personas porque a lo mejor es otro familiar quien le pregunta y la respuesta es distinta».