«Las consecuencias del ‘cyberbullying’ dejan daños más profundos que el acoso ‘tradicional’»

Las redes sociales son un caldo de cultivo para el acoso escolar, que aumentó en Euskadi a los 1.098 casos el pasado curso

Por Laura A. Izaguirre

En el curso 2021-2022 hubo 157 casos identificados como acoso escolar en los centros educativos vascos, lo que representa más del 14% de los 1.098 casos analizados por la Inspección del departamento de Educación. Cifras que vienen a poner sobre la mesa el hecho de que ha incrementado notablemente el número de casos analizados (en el curso 2020-2021 fueron 966) y, por consiguiente, también el de identificados como acoso (de 129 a 157). De hecho, en poco más de una década el número de casos analizados se ha multiplicado por dos.

Entonces, surge una pregunta, ¿si cada vez se trabaja más en pro de la concienciación sobre el bullying, por qué hay más casos? «No creo que haya solo un factor que sea el causante del aumento de los casos. Generalmente los niños y adolescentes reflejan el estado y las actitudes de la sociedad y, por desgracia, actualmente hay mucha confrontación, toxicidad y violencia, y es preocupante su normalización y justificación. Pero hay que tener en cuenta que puede que el aumento también se deba a que hay una mayor capacidad de detección, ya que en los centros educativos llevan varios años trabajando el tema del acoso escolar y cada vez los protocolos son más efectivos, aunque siempre se puedan mejorar», puntualiza Julen Linazasoro, trabajador social y educador responsable de macsonrisas y de Edapp, dos plataformas dirigidas a la educación digital.

Porque, precisamente el cóctel niños-adolescentes-internet es una mezcla explosiva. No en vano, el uso de las redes sociales está detrás de tres de cada diez casos reales. «En la mayoría de los casos, el acoso digital suele ser la continuación del acoso físico y, generalmente, las consecuencias del cyberbullying dejan daños más profundos en las víctimas que las del acoso ‘tradicional’», explica Linazasoro.
Y eso se debe a una serie de características del acoso digital: al ser online, acompaña a la víctima las 24 horas del día, ya no hay lugar seguro ni descanso, ni para la víctima ni para la persona acosadora, lo cual provoca que la intensidad de los ataques vaya aumentando; y las redes sociales ayudan a que las agresiones a la víctima se difundan, por lo que se perpetúan en el tiempo y el número de testigos aumenta de forma exponencial. Además, al ser online, es mucho más difícil para las familias darse cuenta, y la sensación de anonimato y la percepción de falta de consecuencias, hace que la persona acosadora incremente su agresividad y, muchas veces, cuando los ataques parecen anónimos, la víctima va a clase pensando que cualquiera puede ser su acosador/a y los niveles de ansiedad que sufren las víctimas son brutales.

Saber identificarlo y actuar

«Generalmente, las víctimas sufren diferentes consecuencias que pue-den ser indicadores, como depresión, ansiedad, problemas para dormir, desórdenes alimenticios, bajada de la autoestima, aislamiento y problemas para hacer amistades, caída del rendimiento académico, dificultad en la comunicación… Y, de forma física, además de prestar atención a golpes y moratones, también hay que estar atentos a la ‘pérdida’ constante de material escolar, a la rotura de ropa o mochilas, supuestos accidentes…», enumera el experto.
Y una vez identificado el caso de acoso, especialmente importan-te es el cómo actuar. «Una vez detectado, el protocolo sería ir al centro educativo y hablar con el tutor, y si no se pone en marcha el protocolo de acoso, la cadena sería la jefatura de estudios, dirección, inspección educativa, la consejería de Educación, policía y fiscalía de menores. Y si el acoso ha llegado a la violencia física, se recomienda denunciar en la policía y trabajar con el centro educativo», aconseja Linazasoro.
Y hay que ‘trabajar’ en dos vertientes. «En el caso de la víctima, además de no dudar de lo que la dice y tomárselo en serio, es importante que la familia no le culpabilice. Desgraciadamente, hay familias que culpan a las víctimas poniendo como excusa cosas que hacen, dicen o su forma de ser, pero la víctima nunca es responsable. También es importante no echarle en cara no haberlo dicho antes o reacciones incorrectas que las víctimas hayan podido tener durante el proceso de acoso. El apoyo y cariño es imprescindible», destaca el experto.
En el caso de la persona acosadora, se recomienda a la familia que colabore con el centro educativo y, en su caso, con la policía. Ser informado de que tu hijo o hija es causante de tanto sufrimiento es un jarro de agua fría para todas las familias. La vergüenza, la perplejidad y la mezcla de emociones que sienten hace que muchas no se lo crean, no quieran verlo y que no colaboren en el proceso. «También hay que trabajar con la persona acosadora porque detrás de esas actitudes y acciones hay mucho sufrimiento y cosas que necesitan ser trabajadas. La característica principal que comparten las personas acosadoras y las víctimas es la falta de autoestima», pone sobre la mesa Linazasoro.
Pero otro aspecto especialmente importante es la prevención. «Es fundamental la educación emocional y predicar con el ejemplo que damos en casa. Debemos ser cuidadosos con la forma de comunicarnos y expresarnos, sobre todo cuando estamos enfadados; vigilar los comentarios que hacemos cuando en la tele sale un político que nos toca la fibra, cuando tu equipo pierde… No debemos justificar actos de violencia de ningún tipo porque sino abrimos una puerta que ya no podremos cerrar. Y sobre todo, no utilizar cualquier tipo de violencia como método de resolución de conflictos», advierte Linazasoro. Sin olvidar otros tres aspectos clave: es necesario trabajar las habilidades comunicativas y sociales, la empatía y reforzar la autoestima de forma constante.

La víctima

» El 10% de los casos de acoso están dirigidos a alumnos con necesidades especiales.
» Un 6% lo sufren personas del colectivo LGTBIQ+
» Casi un 4% de ataques son de índole racista.

El ‘tipo’ de acoso

» El ciberbullying va ganando terreno, siendo el triste protagonista en más del 32% de casos.
» El acoso que más se produce es la agresión verbal, presente en el 82% de los casos confirmados.
» La exclusión y marginación social tiene lugar en casi el 55% de ocasiones.
» La intimidación, el chantaje o las amenazas son sufridas por más del 35% de las víctimas.
» El abuso sexual o sexista está presente en el 10% de casos.

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