«A veces es un niño de 5 años, otras alguien atrapado en su incapacidad de relacionarse»
El actor Daniel Grao recala en el SKA de Santurtzi el día 28 con ‘La máquina de Turing’, en la que da vida al matemático que descifró ‘Enigma’ y fue condenado por su homosexualidad
Por María Ruano
Una manzana envenenada por él mismo acabó con la vida de Alan Turing, el hombre que descifró la máquina de mensajes ‘Enigma’, usada por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Una denuncia por un robo sufrido en su domicilio de Manchester en 1952 destapó su homosexualidad, por la que fue condenado a castración química. Daniel Grao desnuda al matemático en ‘La máquina de Turing’, que, junto a Carlos Serrano, llegará al Serantes Kultur Aretoa el 28 de enero. La obra, dirigida por Claudio Tolcachir, está inspirada en el libro ‘Breaking the code’, de Hugh Whitemore, basado a su vez en ‘Alan Turing:The Enigma’, de Andrew Hodges. Grao recibió por su papel el Fotogramas de Plata a Mejor Actor de Teatro y fue finalista en los Premios Max en 2021.
–¿Este papel ha sido un regalo?
–Lo es, primero porque hay personajes y trabajos que suponen un antes y un después en un actor por su propia trayectoria, en lo personal y en lo profesional. Traspasas ciertas dificultades y vas ensanchándote como artista, ganando terreno, te vas colonizando por así decirlo.
–¿Qué ha supuesto?
–Para mí ha necesitado de un atrevimiento. Yo estoy siempre muy obsesionado con la verdad y con pasar por las emociones que mi personaje tenga que pasar de la forma más verídica y veraz posible para que eso le llegue al espectador. Alan Turing se le sumaba a eso mucha composición de voz, de cuerpo, de movimiento que se aleja mucho de mi forma natural y al principio tenía mis miedos.
–¿Qué ha sido lo más difícil?
–Luego no ha sido complicado, era sobre todo en mi cabeza. En la primera conversación con Claudio Tolcachir, él me decía que quería hacer hincapié en la personalidad particular de Alan Turing para que de alguna manera se entendiera cómo fue maltratado por su rareza, entre comillas, y crear esta mente prodigiosa, por un lado, pero esta torpeza social por otro.
–¿Se sintió capaz?
–Lo primero que me dijo Claudio fue que no lo catalogara, que no me informara sobre el síndrome de Asperger, sino que tirara por lo emocional y elaborara una mente más compleja, más rápida que no siempre es acompañada por el cuerpo, y que de alguna manera obnubila la cuestión social. Así me lancé en los ensayos.
–Entonces…
–La dificultad fue el atreverme, una vez que me lancé me empezó a poseer realmente. No calculé los movimientos, ni el tartamudeo, empezó a aparecer en mi cuerpo. Y a día de hoy todavía me emociona cuando se acerca algún espectador y me dice ‘Tenía Asperger, ¿verdad? Porque tengo un hijo, un tío, un primo, un familiar, o soy profesora y lo he visto por los gestos, por la forma’ y te juro que no lo he trabajado desde el Asperger, no me he informado concretamente sobre este síndrome. Pero vinculándolo a lo emocional ha ido apareciendo algo y es muy bonito cuando pasa porque simplemente tienes que quitar tu personalidad del medio y dejar que aparezca.
–¿Siente que ya lo conoce o continúa descubriéndolo?
–Lo descubro función a función. Además una de mis premisas, porque es mi forma de entender el teatro, porque si no me aburriría y no sería honesto con el espectador, es que cada vez intento hacer nueva la función. En ese código estamos tanto Carlos Serrano como nuestro director. Hay ciertas partes habilitadas para que podamos moverlas mínimamente y no son idénticas y eso hace que la emoción aparezca esta noche en esa frase pero mañana en la siguiente.
–¿Cómo lo logran?
–Es una zona aproximada en la que de pronto le lanzo algo a mi compañero o él a mí de forma distinta y eso hace que esté viva todo el rato. Hay momentos que son muy poderosos, por ejemplo cuando llega el momento del juicio.
«Evolucionamos lentamente»
–En él tuvo la oportunidad de negar la relación homosexual, pero la reconoció.
–El que fuese honesto consigo mismo y consecuente sabiendo a lo que se arriesgaba no deja de emocionarme. Es de una valentía y una entereza que pocos tenemos cuando tu propia vida está en peligro.
–¿Qué le sorprende?
–Hay muchos momentos que no dejan de sorprenderme porque es muy particular. A veces es un niño de 5 años, inocente, tierno, a veces es alguien tan atrapado en su incapacidad de relacionarse que es muy tortuoso también.
–¿Cómo le habría tratado hoy la sociedad?
–Cuando a día de hoy una pareja homosexual por caminar de la mano en mi ciudad, en mi país, puede recibir una agresión de parte de otro que no piensa como él me parece que en ese sentido evolucionamos lentamente. Y lo puedes extrapolar a cualquier cosa.
–…
–Mucha gente me decía que en general ya estamos en otro punto, por lo menos no es delito, está más normalizado, pero yo creo que la obra en esencia lo que da al espectador, por lo que nos llega, es que podemos estar tratando muy injustamente al otro por ser diferente, por no encajar, por no acabar de entenderlo, por denominarlo friki, le podemos hacer ‘bullying’ y detrás nos estamos perdiendo un ser humano que tiene tanto derecho como tú a existir. Yluego, a lo mejor, además, es un genio y nos lo estamos cargando de forma tan injusta.