La riqueza de la lectura compartida

Cuatro clubs de la Margen Izquierda nos cuentan sus entresijos y experiencias en común

Por Ane Ontoso

La lectura os hará libres». En esta máxima se inspiró Enya Diez Pérez para montar hace dos años en Barakaldo su librería Libreramente. Su idea de «comercio de barrio» aderezado con el afán de crear «interrelaciones» germinó en actividades de gran interés sociocultural. Y así creó el club de lectura para sus parroquianos, que se dan cita en una de las salas del Teatro Barakaldo.

Allí se une a la filóloga y experta en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada (y criada entre libros), Bego Ruiz Orbezua. Es la dinamizadora y la encargada de elegir las lecturas junto a Enya. «Hay que tener en cuenta a qué personas tienes en el grupo –explica Bego–. Escogemos un tema que nos sirva de hilo conductor todo el curso, uno que nunca elegirían por sí mismas. Que nos saque de nuestra zona de confort». Ambas procuran leer géneros variados: «Novela, relato, cómic, ensayo o híbrido». «Son de temática social –precisa Enya– enfocada a temas políticos, de izquierdas, de feminismo, ecología… Contenidos que te hagan pensar, por lo menos. Y siempre hay un ensayo, para que el público vea que no son insufribles y se pueden leer, y una novela gráfica, que tienen muchísimo potencial y contenido». A veces también llevan invitadas, como el día que Amelia Tiganus les narró su encarnizada experiencia de trata y prostitución. O la visita de Laureano Domínguez, editor de Astiberri.

En Sestao, Naiara Somalo Mencias regenta la librería Sorgin, «un despacho de loterías y papelería principalmente, que en 2019 empezó a incorporar literatura, sobre todo infantil, a raíz de un grupo de Facebook de libreros». Poco más de un año después, decidió coger el bar anexo (Castañares) «para convertirlo en una cafetería-librería, donde hacen actividades». Sorgin y Castañares están estrechamente vinculadas a la librería Serendipias de Tres Cantos (Madrid). Con ella desarrollan su club de lectura, dinamizado por la dueña del local tricantino, Elena Martínez Blanco, o su padre, Víctor Martínez Gallen, «un gran lector». «Y siempre con el autor», detalla Naiara.

La cueva de los libreros
No muy lejos de Sestao, otro «grupo de combate» se junta en el centro cultural Santa Clara de Portugalete. Juanan, Susana, Carmen, Isa (de la librería Guantes) y Eleine forman «la argamasa» del club de lectura Cómplices Literarios, de la asociación cultural homónima. «Somos una comunidad que ama la literatura. Muy diversos, muy variopintos y con mucha diferencia de edades, desde los veinte y pico hasta los setenta y muchos. Los participantes tienen muchísima pasión, se ve en los debates que se plantean, cuando explican lo que ha sentido o el enfoque que han tenido», ilustra Eleine Etxarte.

En el pueblo marinero de la Margen Izquierda, el club de lectura de Santurtzi-Santurtziko Irakurketa kluba se reúne cada 15 días en la Casa Torre Jauregia. La primera edición fue en 2013, cuando la Red de Bibliotecas Municipales del municipio incluyó entre su programa de actividades un club de lectura «donde las personas participantes compartiesen el placer de la lectura a través de los diferentes puntos de vista y sensiblidades y descubriesen obras de diversas tendencias artísticas e intelectuales». La traductora Arrate Hidalgo dinamiza la actividad. La temática «es variada aunque se ha dado también un lugar a las mujeres escritoras». Se da la circunstancia, además, de que Arrate es cofundadora del Ansible Fest, el primer festival de ciencia ficción feminista, y a menudo divulga sobre este asunto en redes sociales, un «atractivo escaparate» que las dinamizadoras de la comarca coinciden en que «han acercado el panorama literario al público» y han creado «redes y alianzas» entre sus amantes.

«Abrir horizontes»
Coincide, asimismo, que el perfil de estos clubs de lectura es «femenino» en mayor medida. Eleine conjetura que «quizá una razón puede ser que a muchas mujeres el mundo se nos queda pequeño. Para mí la lectura significa poder volar, viajar, seguir aprendiendo. Culturalmente la literatura tiene bastante nombre de mujer, nos hemos resguardado mucho en ella». Lo que ninguna niega es que los clubs que dinamizan ofrecen una experiencia inolvidable. Cada sesión se llena de pensamientos, opiniones, vivencias y cultura a borbotones. Espacios colmados de «confianza, seguridad y respeto, con una parte didáctica con gente que forma su propio criterio y su personal canon literario, y otra parte social», como asegura Bego. O como dice Marisol Gancedo, profesora de Lengua y Literatura y miembro del club Irakurketa de Santurtzi, un lugar «para abrir horizontes». «En el club se crean nuevos libros de ese libro. Igual no te ha gustado, pero los demás puntos de vista lo embellecen», suma Eleine. Y Bego sentencia: «La literatura siempre ha sido un acto muy social y tendemos a que sea individual. Tiene que conectar con el mundo y ser compartida».

Entradas recientes