«En esta obra hay que estar abierto a todo y utilizar la imaginación»

La Escuela de Música se caerá a carcajadas con Emma Ozores y Rubén Torres que llegan a los Viernes Culturales con la comedia ‘¡El último que apague la luz!’

Por Ane Ontoso

La última vez que la gran Emma Ozores visitó Sestao lo hizo con la obra ‘Desnudos en Central Park’. Ahora regresa al municipio fabril junto al actor Rubén Torres con la hilarante comedia ¡El último que apague la luz’ (Unión Cultural), escrita y dirigida por su padre, Antonio Ozores, que nos dejó en 2010. El mismo año que esta pieza sin parangón recibió el Premio Nacional a la mejor comedia.

En la obra, que cuelga ‘sold out’ en los teatros que pisa, se expone desde el papel de los celos hasta cómo ser encantador en exceso, puede terminar en divorcio. Pero el espectador también verá la reacción de unos padres primerizos, así como fórmulas para vencer la monotonía en la pareja. ¿Cómo ligaría un hombre tímido? ¿Y cómo lo haría un intelectual? Entre pelucas y aderezos, el dúo logrará agitar la imaginación del público.

Emma Ozores atiende al dominical de la Margen Izquierda de EL CORREO para revelar un poco más sobre los entresijos de la obra que, enmarcada en los Viernes Culturales, tendrá lugar el próximo viernes 25 de febrero (19.30 h) en la Escuela de Música.

–’¡El último que apague la luz!’ Y más le vale, porque con lo cara que está…

–(Risas). ¿Verdad? Es lo que he pensado, ¡mi padre era vidente! Se le ocurrió ese título y con lo cara que está ahora, ha acertado.

–Una comedia surrealista.

–Sí, pero es un humor que entiende todo el mundo. Es surrealista porque es original y diferente. Vas a ver una obra que no tiene parecido a otras que hayas visto. No tiene un argumento, ni un desenlace, ni un final. Aquí te van contando cosas que no tienen que ver unas con otras. Hay que estar abierto a todo y utilizar mucho la imaginación.

–¡Ah!, ¿sí?

–Hay un momento que, de repente, se dice: ‘pero ¿qué hace aquí usted, señor, vestido de bombero’? Y señalas una silla.

–Y hay que visualizarlo.

–Exacto. En otro momento, somos dos padres primerizos que entramos con nuestro bebé.

–Un bebé imaginario, claro.

–¡Nos hacemos un lío tremendo con él! Luego también señalamos una parada de autobús en un rincón. Había un amigo que decía: ‘Al principio me preguntaba: ¿Pero esto qué es? Y al final veía todo, ¡todo!, ¡hasta la parada de autobús!’.

–Ja, ja, ja

–Además notas cuando la gente está pensando e imaginando. La gente se ríe mucho y disfruta durante hora y media. Y nosotros con ellos.

–La obra, además, trata temas cotidianos e, incluso, hace crítica social.

–A través del humor se pueden decir muchas cosas. El público las ve con una sonrisa, pero tiene un trasfondo también.

–Como decía tu padre, maestro del humor: «La risa colectiva es el único lenguaje universal que no necesita traductores». Para ti, ¿qué significa la comedia?

–Es algo que necesitamos, sobre todo en estos momentos en los que la gente todavía tiene más ganas de reírse. Quiere olvidarse un poco de todo y pasarlo bien. Notas que lo agradecen y nos hace felices saber que nuestro trabajo está gustando. Después de ver la obra, me dicen que desconectan, lo olvidan todo y les viene muy bien. Se trata de coger un poco de fuerza para seguir con su vida.

–Hacer comedia no es sencillo.

–Sí, aunque parezca una tontería, no lo es. Es muy difícil encontrar un texto como este, que realmente te haga gracia y la gente disfrute con él. Hoy en día algo original, diferente y escrito con talento e ingenio no es fácil de encontrar.

–¿Dónde crees que reside la clave del éxito de ‘¡El último que apague la luz!?

–El público a veces se siente identificado con los personajes. Quizá la gracia también está en que a mi padre se le ocurrían cosas que a nadie se le ocurrían. De repente, un personaje dice cosas muy graciosas o hay una situación que no te esperas, o cosas que no piensas que vas a escuchar. Es un acierto en cuanto a un guion ingenioso.

Desde ‘Farmacia de Guardia’

–¿Cuál es el recuerdo más bonito que tienes de tu padre? ¿Qué te llevas de él?

–Me llevo todos los valores que él tenía y que siempre intento poner en práctica. Lo que él hacía era educar con el ejemplo. Simplemente con verle, ya estabas aprendiendo. Y su sentido del humor. En casa era graciosísimo también. Tenía muy buen carácter , era muy inteligente, una persona muy preparada. Sabía de todo y encima era divertidísimo, yo siempre me estaba riendo. Me decía: ¡Qué buen público tengo contigo, señora! (Risas). Lo pasaba muy bien con él.

–¿Qué tal con Rubén Torres?

–Lo conocí en ‘Farmacia de guardia’. Me gustó tanto que dije, a ver si trabajamos juntos. ¡Fíjate tú desde entonces!

–¿Te volveremos a ver en Gran Hermano VIP?

–Creo que ellos no repiten, pero a mí la experiencia me gustó. Allí aprendí un poquito del ser humano y de cómo somos. Yo que siempre voy corriendo a todo, por eso ayer, cuando me llamaste sin querer (habla de la periodista, Emma pensaba que le iba a vender algo), entendí que a mí me pasaría igual. Vamos acelerados. Por eso estar en una casa tranquila… ¡mira qué bien! Aunque luego era duro.

–Entonces, después de la pandemia, ¿seguimos igual?

–Debemos plantearnos muchas cosas. Yo la primera. Ese estrés que llevamos encima no creo que sea nada provechoso. Deberíamos tener un poquito de tiempo para nosotros, para pensar. Hablo de los que van como yo.

–O como esta servidora.

–Ja, ja, ja.

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