Aprender a cuidar a quienes cuidan

Familia y amigos deben prestar atención a quien se responsabiliza de cuidar a un dependiente, “no hay que dejar en él toda la responsabilidad” y hay que “acompañarle”

Por Laura A. Izaguirre

 

“En las últimas décadas ha cambiado la dependencia. Gracias a los avances de la medicina y la farmacología, la eficacia de los servicios de emergencias, la atención prenatal y perinatal… se logra la supervivencia incluso en situaciones límite. Esto significa que más personas sobreviven a diagnósticos poco halagüeños, si bien las condiciones de vida pueden ser de escasa autonomía”, destaca Marta Val, psicóloga clínica y experta en recursos humanos y discapacidad. A ello hay que añadirle que la sociedad también cambiado su visión a golpe de cercanía con las situaciones de dependencia. Es decir, que si hace años la discapacidad se asociaba a la dificultad de acceso a servicios de prevención en las capas sociales más desfavorecidas, el estilo de vida de hoy en día ha favorecido que se produzcan situaciones de dependencia generalizada. “Todos podemos vernos en una situación de dependencia en cualquier momento y convertirnos de la noche a la mañana en persona dependiente o cuidador de un ser querido”, zanja Val. Y “esa sensación de que te puede tocar a ti se convierte en cierta empatía con las familias en las que sobreviene una situación de dependencia. Es más fácil ponernos en los zapatos de quien calza el mismo pie que nosotros”, añade.

Es decir, que hoy en día estamos más familiarizados con una u otra situación de dependencia, por vivirla de forma directa o por tener algún amigo o conocido que se encuentra en ese proceso. Somos conscientes de las necesidades de la persona dependiente pero muchas veces se nos olvida prestarle atención al cuidador: ¿sabemos ayudar a esas personas que cuidan? “Nunca te pilla preparado. Incluso cuando todo apunta que va a llegar, no somos capaces de prever lo que se viene”, enfatiza Val.

Por eso es muy importante “darnos permiso para llorar, patalear y desahogarnos para inmediatamente después alcanzar la calma suficiente para comenzar a tomar decisiones. Nadie nace sabiendo, por eso aprender a cuidar es una tarea que todos tenemos pendiente”, asegura. Y, especialmente, “acompañar a la persona cuidadora en el proceso inicial de aceptación y adaptación” porque, sobre todo al inicio, “hay un momento de shock en el que se atraviesan emociones como la incredulidad, la tristeza o la rabia y hay que ir trabajándolo hacia la aceptación”, advierte Macu Durán, psicóloga responsable del programa Zainduz de Fekoor de ayuda a las familias de personas dependientes. “Parte de ese aprender a vivir con ello es reconocer que lo mismo que son importantes los cuidados y las exigencias de la persona a la que cuidan, también lo son los suyos. Deben no renunciar a sus necesidades y compatibilizar el cuidado y los requirimientos de la persona a la que acompaña con los suyos propios (tener sus tiempos de desconexión, quedar con otras personas, hacer otras actividades…)”, añade Durán.

Marta Val: «Aprender a cuidar es una tarea que aún tenemos todos pendiente»

Miedos y soledad
Los miedos y las inseguridades son el día a día de quienes cuidan. “El principal miedo de las personas cuidadoras es pensar qué le va a pasar a su ser querido si a ella le ocurriera algo”, puntualiza la psicóloga Macu Durán. Aunque los miedos también son una realidad que va por etapas. En un primer momento, las personas cuidadoras temen no ser capaces de hacerlo correctamente y los temores se centran en la capacidad de uno mismo para cuidar de alguien que depende de nosotros. Cuando se va cogiendo cierta seguridad en las tareas de cuidado comienzan preguntas como cuánto tiempo se prolongará la situación, si se recuperará algún día la ‘normalidad’, si podrá atender otras parcelas de la vida como el trabajo, la familia, los amigos, las aficiones… Y eso acaba en pensamientos del tipo “¡Cómo puedo pensar en mí mismo viendo lo que tengo al lado!” y en el sentimiento de culpa. “Sin ayuda o apoyo del entorno, la persona que cuida acabará flagenlándose atormentado. Si, por el contrario, nos ayudan a ‘aprender a cuidar’ se logrará convivir con la situación desde la sensatez y el respeto mutuo”, aconseja Val.

“La persona que cuida siempre manifiesta un terrible sentimiento de soledad. Cuidar es muy absorbente y muchas personas se van aislando, desconectando de amigos e incluso de familiares. El cuidador se convierte en rehén de la persona a la que cuida, siendo engullido por la situación”. Por eso es tan necesario mantener la red social y familiar. “La familia no puede dejar reposar en la espalda de la persona cuidadora toda la responsabilidad. Y los amigos deben encargarse de mantener, arropar y acompañar a la persona cuidadora, motivándola a salir, a regalarse sus ratos de ocio y disfrute. Echarle una mano ofreciéndoles este tipo de servicios específicos para cuidadores tanto de apoyos emocionales como de recursos concretos”,

comparten ambas expertas. Aunque la persona cuidadora también debe hacer su parte “abriéndose a esos apoyos”, tal y como destaca Macu Durán, porque son ellos mismos quienes desconectan de sus propias necesidades y priorizan las de la persona con dependencia. “Van renunciando a lo que necesitan y a lo que sería bueno para ellos”, lamenta la psicóloga de Fekoor.

Convertirse en cuidador no suele ser algo premeditado, por eso, tal y como destaca Val, “lo ideal sería que quien cuida o acompaña a una persona dependiente lo hiciese por voluntad propia y arropado por todo el entorno familiar”. Por eso lo básico para llevar el día a día lo mejor posible es: “primero, solicitar ayuda, poder llegar a los recursos que están disponibles. Segundo, paciencia y tiempo porque es una carrera de fondo y un proceso largo. Y, tercero, no perder la conexión con sus necesidades, con lo que era su vida hasta el momento de empezar a cuidar. Porque el principio es un momento más agudo pero se va normalizando y es necesario incorporar rutinas y momentos de ocio”, concluye la psicóloga Macu Durán.

Macu Durán: «Quienes cuidan deben abrirse a los apoyos porque van renunciando a sus propias necesidades»

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