Cuando comunicarse es un suplicio
La afasia, o la incapacidad para comunicarse, afecta a un amplio número de personas tras el padecimiento de un ictus
Por Leire Fernández
Aunque es un término que se ha popularizado recientemente tras el anuncio de la retirada de Bruce Willis por esta patología, la afasia no es ni mucho menos una desconocida para neurólogos y logopedas. «La afasia se produce por un daño estructural en ciertas partes del cerebro, y provoca una incapacidad para utilizar el lenguaje», explica el doctor Alfredo Rodríguez Antigüedad, jefe de Neurología del Hospital de Cruces.
La afasia puede verse provocada por una enfermedad degenerativa o por tumores cerebrales, pero lo más frecuente es que se deba a haber sufrido un ictus. «En Euskadi se dan unos 3.300 ictus al año y en la mayoría de ellos hay afasia», resalta Antonio Clemente, presidente del Colegio de Logopedas del País Vasco. «Es curioso porque las estructuras que controlan el lenguaje se encuentran en la parte izquierda del cerebro en las personas diestras, e incluso en muchas zurdas también, y en caso de ictus ven muy afectado su lenguaje. En cambio las personas zurdas que tienen esa capacidad ubicada en la parte derecha, incluso tras una lesión en esa zona lo ven menos afectado», añade el neurólogo. A la hora de detectarla, los especialistas recurren a una serie de ejercicios y test en los que se valora la capacidad comunicativa. «Hay pruebas objetivas que valoran el vocabulario, el acceso al léxico…
Esta es una función ejecutiva que valoramos siempre, es la rapidez con la que encontramos las palabras. Todos en algún momento tenemos ese ‘ay como se decía esto’, pero es algo que se ve afectado con el paso de los años, vamos perdiendo la fluidez, y los problemas degenerativos relacionados con la edad les influye, pero no es porque tengas una afasia», advierte el presidente del Colegio de Logopedas. «Las primeras señales suelen ser que la persona tiene problemas para expresarse, no encuentra las palabras o se inventa palabras nuevas, se come las que no tienen carga semántica y habla tipo telegrama o altera el orden de las sílabas…», enumera
En concreto se pueden dar dos tipos de afasia –aunque luego hay diferentes subtipos–, la expresiva y la comprensiva. «La expresiva, o de Broca, es aquella en la que la persona puede entender lo que se le dice, pero no puede hablar, no puede transmitir el concepto que tiene en la mente y transformarlo en palabras. La comprensiva, o de Wernicke, es en la que puede hablar, pero como no comprende lo que se le dice su lenguaje es incoherente», explican los expertos. Y por supuesto pueden darse ambos tipos de manera simultánea. «Esa es la más frustrante, es como si te depositaran de repente en China, ni entiendes ni te entienden», lamenta Clemente.
Tratamiento multidisciplinar
En cuanto al tratamiento hay muchos tipos posibles, pero es importante que sea multidisciplinar. «El golpe es muy duro para el paciente, y hay que trabajar en diferentes ámbitos», refleja el doctor Rodríguez Antigüedad. «Tenemos que contar con un neurólogo, que es quien lleva la batuta, y luego estamos los logopedas, el trabajador social e incluso los psicólogos porque pueden necesitar ayuda psicológica», añade el presidente del Colegio de Logopedas.
«El objetivo común siempre es dar confort a una persona para que se pueda comunicar de la mejor manera posible, y habrá que tener en cuenta el nivel de afectación del sujeto», especifica Antonio Clemente. Y darle a la familia consejos para mejorar la situación del afásico. «Hablarle con frases sencillas, no hacerlo dos personas a la vez, tener paciencia para darle tiempo a comprender, comunicarse con ellos… porque cuanto más nos comuniquemos a nivel afectivo se va a encontrar mejor, pero además le damos expectativas de que va a mejorar. Eso es muy importante».
Aunque parece que hay un tiempo clave que marca las posibilidades de recuperación «no es ley. Se supone que si en 4-6 meses no se ha mejorado es difícil, pero hay gente que se tira años y mejora, por lo que hay que seguir trabajando. Sobre todo porque sino se les dan expectativa entran en una tristeza progresiva», alerta el logopeda. Y añade. «No podemos olvidar también relacionado con la afasia los problemas de disfagia que, además de complicaciones, genera muchos gastos. Son los problemas para ingerir los alimentos e incluso la propia saliva, provoca infecciones en las vías respiratorias…, son cuadros complejos e indudablemente necesitan de atención multidisciplinar».
Cómo ayudar a un familiar con afasia
» Simplificar el lenguaje a través del uso de oraciones cortas y sin complicaciones.
» Repetir el contenido de las palabras o señalar términos clave para aclarar el significado de la oración.
» Mantener un tipo de conversación natural y apropiada para un adulto.
» Minimizar al máximo las distracciones como, por ejemplo, el ruido de una radio o la televisión, siempre que sea posible.
» Incluir a la persona con afasia en las conversaciones.
» Estimular cualquier tipo de comunicación, ya sea hablada, gestual, señalando o dibujando.
» Evitar corregir el habla del individuo.
» Permitirle a la persona con afasia todo el tiempo que necesite para expresarse.
» Prestar atención a todos los elementos comunicativos de naturaleza no verbal que el paciente pueda transmitirnos.