Los chequeos médicos, una herramienta para prevenir enfermedades
Un diagnóstico precoz puede paliar las consecuencias de patologías respiratorias, cardiovasculares u óseas
Por Irati Alonso
Una parte importante de las enfermedades se pueden prevenir y las que no se pueden evitar pueden llegar a ser curables gracias a un diagnóstico precoz. Por ello, es importante que nos realicemos chequeos médicos periódicos con nuestro médico. “Debemos concienciarnos sobre la necesidad de hacernos reconocimientos. A través de ellos podemos conocer la situación de cada persona e indicarle cuáles son los hábitos de vida más saludables para su caso”, apunta el doctor Fidel Fuentes, coordinador de la Unidad de Chequeos de IMQ Zorrozaurre. “Es tan malo reusar de ir al médico como abusar de ello y pasarnos todo el día en la consulta”, añade.
A la hora de hacer un seguimiento de nuestro estado de salud, es importante tener en cuenta las circunstancias y antecedentes familiares. “No es la misma situación la de una persona sedentaria o la de una que hace habitualmente deporte. O, por ejemplo, alguien que sufre asma o tiene antecedentes de algún tipo de cáncer debe tener más cuidado y realizarse chequeos de manera más habitual”, explica Fuentes.
Según sexo y tramos de edad, varían las pruebas recomendadas y la peridiocidad con las que se realizan. A los 20 años los jóvenes deberían acudir a hacerse una analítica completa, con el objetivo de “asegurarnos de que su estado de salud es el adecuado”. “Lo habitual es que todo esté bien, pero siempre debemos comprobarlo”, destaca el doctor. Si los resultados son “normales”, convendría repetirla tres o cuatro años más tarde. En el caso de las mujeres, 25 años es la edad recomendada según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia para realizarse la primera citología vaginal, que sirve para para detectar el cáncer de cuello de útero y las lesiones que lo preceden en el tiempo, ambos causados por la presencia del virus del papiloma humano. Esta prueba debería repetirse cada tres años. “Es además una etapa en la que es importante incidir en el peligro que suponen las enfermedades de transmisión sexual”, explica Fuentes.
Con 30 años es conveniente hacer un seguimiento dermatológico, “ya que la exposición al sol y otras luces pueden causar problemas en la piel”. Además, hay que estar alerta de los problemas de oftalmológicos que se pueden ir desarrollando.
- 20-30 años: análisis general cada tres años. En el caso de las mujeres, citología vaginal para detectar el papiloma humano.
- 30-40 años: seguimiento dermatológico y de posibles problemas oftalmológicos.
- 40-50 años: análisis general cada año y vigilancia de riesgo cardiovascular o tensión arterial.
- 50-60 años: chequeo para evitar el cáncer colorectal.
- A partir de 60 años: instaurar las revisiones como hábito. Vigilar con asiduidad problemas auditivos, de tensión y óseos.
Historia familiar
A medida que se va entrando en la etapa de los 40 en cambio, los análisis generales deberán ser anuales, o como mucho cada dos años. “Asimismo, aprovechamos para mirar si existe algún riesgo cardiovascular o de la tensión arterial y para vigilar las consecuencias que pueden tener hábitos como el tabaquismo”, apunta Fuentes. Por otro lado, las mujeres entran en una fase en la que es recomendable realizarse mamografías cada dos años.
Diez años después, y en ambos sexos, el consejo de los profesionales es tratar de prevenir el cáncer colorectal. “En este caso además de la edad, hay que tener muy en cuenta la historia familiar de los pacientes”, insiste el coordinador de la Unidad de Chequeos de IMQ Zorrotzaurre.
Ya a partir de los 60 años y “como hábito que deberá quedar instaurado para siempre”, se deben vigilar con más asiduidad los posibles problemas auditivos, de tensión y óseos, además de hacer análisis con “mucha asiduidad, la que recomiende tu médico”.
Niños
Los más pequeños están cada día más expuestos a las pantallas. Televisión, móvil y tablet forman ya parte de su día a día y el abuso de uso de estos dispositivos puede causar problemas en la visión. Por ello, los expertos recomiendan estar alerta y “realizar un chequeo oftalmólogico si algún padre, madre o adulto cercano detecta que el niño puede estar teniendo algún problema en la vista”. Para ningún chaval es fácil asumir que debe llegar gafas, pero siempre es mejor que “desarrollar problemas más graves a largo plazo”.