La Torre Iberdrola, un ejemplo de sostenibilidad

En su diseño se desarrollaron innovadores conceptos en sostenibilidad

Por Leire Larrazabal

Diez años han pasado desde la inauguración de la Torre Iberdrola, el hito de mayor altura de Bilbao y uno de sus mayores exponentes de la arquitectura sostenible. Axel Zemborain estuvo a cargo de la Torre Iberdrola en el estudio de César Pelli, que hace pocos meses fue renombrado Pelli Clarke & Partners. Participó en el proyecto desde el primer día hasta el final de la obra y coordinó el trabajo «tanto de nuestro equipo interno como el del excelente grupo de asesores que nos ayudaron a hacerlo realidad. Sigo trabajando aquí y, ahora, soy Associate Principal. En este momento, estoy diseñando el Centro Cultural Lola Mora, un museo de esculturas en Jujuy, en el norte de Argentina», cuenta Zemborain.

El proceso de gestación de la torre comenzó allá por 1993 «cuando nuestro estudio, por entonces César Pelli & Associates, formó parte del equipo ganador del concurso internacional para diseñar el plan maestro de Abandoibarra, cuyo punto focal se transformaría eventualmente en la Torre Iberdrola», rememora. Desde aquel momento, plantearon la necesidad de crear un desarrollo sostenible. «Nuestra propuesta para el plan maestro no solo remediaba un amplio solar altamente degradado –pero muy cercano al centro histórico– sino que también liberaba dos terceras partes de su superficie a espacios públicos y abiertos, extendiendo el pulmón verde del parque de Doña Casilda hasta la ría y permitiendo un controlado manejo de las aguas de lluvia y de las crecidas. Un tranvía eléctrico recorría toda la extensión del nuevo emprendimiento, conectándolo con el resto de la ciudad, e incentivando el uso del transporte público. Y la gran torre, centrada en el eje de la calle Elcano, presidía sobre una serie de edificios más bajos de usos múltiples que aseguraban que este nuevo barrio de Bilbao se mantuviera vivo y activo a todas horas del día», describe el arquitecto.

Hacia 2005, cuando comenzaron con el diseño de la Torre, «nuestro interés por la sostenibilidad había tomado un énfasis aún mayor», recuerda. «Le propusimos a la Propiedad que la torre fuera ejemplarmente sostenible y se convirtiera así en un reflejo de las aspiraciones ambientalistas de Iberdrola, aprovechando la gran visibilidad que su emplazamiento y su arquitectura brindarían a la compañía. No tardamos mucho en convencerles de que los beneficios económicos, ambientales y sociales justificarían ampliamente el esfuerzo. Desde entonces, la Propiedad nos apoyó incondicionalmente para que lográramos, junto a un maravilloso equipo de especialistas y colaboradores, el edificio más sostenible posible para su época y circunstancias», puntualiza. Y fue así como la Torre Iberdrola se convirtió en el primer edificio de oficinas en altura de Europa en alcanzar la clasificación LEED Platinum, la máxima distinción otorgada por el United States Green Building Council (USGBC), una entidad sin fines de lucro cuyo fin es promover la mejora de las ciudades y sus edificios a través de la puesta en marcha de prácticas sostenibles en la industria inmobiliaria y de la construcción.

Últimas tecnologías en materia de sostenibilidad

Envolvente (exterior). Wenzel

Para mantener un ambiente sano y confortable para los usuarios, el edificio está dotado de sistemas inteligentes que controlan constantemente la calidad del aire, monitoreando la cantidad de CO2 presente para que nunca pueda llegar a valores perjudiciales, y proveyendo una cantidad de aire fresco filtrado mucho mayor que la exigida por la normativa. «Asimismo, se han especificado concienzudamente materiales de terminación con baja emisividad de sustancias volátiles, nocivas para la salud. El edificio promueve el uso de bicicletas, facilitando espacios para su aparcamiento y duchas para los usuarios, e incentiva el uso de vehículos eléctricos y más aún si son compartidos», añade Zemborain.

Torre Iberdrola, Bilbao, Spain, Pelli Clarke Pelli Architects

Pero uno de los elementos que más contribuyen a la eficiencia energética de la Torre es su envolvente, una fachada doble ventilada cuya simple apariencia oculta una intrínseca complejidad. «La cavidad entre la piel exterior de la fachada y la interior alberga cortinillas que se regulan automáticamente para interceptar el calor, que es luego extraído mediante ventilación forzada para ser aprovechado por el sistema termomecánico. Además, los sistemas inteligentes del edificio monitorean y modulan constantemente la cantidad de la luz natural que entra en los ambientes, ajustando la posición de las cortinillas, a la vez que regulan la iluminación artificial para lograr un equilibrio óptimo. El triple vidriado de la envolvente genera también una alta insonorización de los espacios, contribuyendo al confort. El cristal utilizado es sumamente transparente para permitir el mayor aprovechamiento de la luz, pero a la vez posee un tratamiento de altísimas prestaciones que minimiza el consumo de energía para climatización. Su selección fue minuciosamente estudiada para lograr no solo prestaciones técnicas óptimas, sino también la coloración y el grado de reflectividad deseados para darle a la torre esa sutil apariencia en la cambiante luz bilbaína», describe el experto.

Torre Iberdrola, Bilbao, Spain, Pelli Clarke Pelli Architects

La biofilia también ocupa un lugar preponderante en la torre. «Además de las fantásticas vistas ininterrumpidas de la que gozan todas las plantas, hemos tratado el lobby de entrada como una extensión del parque adyacente, incorporando grandes jardineras y tres magníficos olivos centenarios que dan la bienvenida al edificio», asegura el arquitecto.

Torre Iberdrola, Bilbao, Spain, Pelli Clarke Pelli Architects

Para hacer un uso eficiente de los materiales, durante la obra se recicló el 100% del hormigón previamente existente en el solar y se utilizaron extensivamente materiales con contenidos reciclados. Además, todas las maderas empleadas han sido certificadas, es decir, son provenientes de explotaciones forestales gerenciadas de una manera medioambientalmente responsable.

La Torre utiliza un 40% menos de agua potable que un edificio convencional. Para lograrlo, sus artefactos y fontanería son de bajo consumo, y se reutilizan las aguas ‘grises’ de los lavabos para descarga de inodoros y mingitorios. «También contamos con tanques dedicados a acumular el agua de lluvia que cae sobre la cubierta del edificio para luego utilizarla, una vez filtrada, para irrigación. Y el terreno mismo es capaz de retener y filtrar la mayor parte de su escorrentía, regulando la cantidad y calidad del agua que fluye hacia los sistemas pluviales de la ciudad», puntualiza Zemborain.

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