El aire en la mochila

Los días largos e intensos del verano son perfectos para las escapadas a montes y playas, contemplar la naturaleza y desconectar.

Respirando naturaleza en Mendikosolo

Robles centenarios, arces y fresnos que sirven de cobijo a carpinteros, golondrinas, mirlos y zarzales pueblan el parque de Mendikosolo, en Arrigorriaga, 45 hectáreas tapizadas de verde a las faldas del Pagasarri, desde donde es posible su ascención por una ruta asfaltada en buena parte del trayecto. El parque, que acoge todos los años el tradicional Kanporamartxo el domingo anterior a la cuaresma, en verano también es un lugar ideal para disfrutar con la cuadrilla o la familia gracias a la variedad de servicios que ofrece, desde su tranquilo merendero provisto de parrillas para barbacoas, hasta su parque infantil con arenero, columpios y toboganes, pasando claro está por su lago de 1,5 hectáreas, en el que cisnes, gansos y ánades nadan a sus anchas, familiarizados ya con los visitantes. La ermita de San Pedro Abrisketa, construida en el siglo XII -uno de los edificios románicos más antiguos de Bizkaia- es uno de los reclamos más sugerentes del parque, así como su aula medioambiental, que ofrece visitas guiadas por la zona para todas las edades. Mendikosolo cuenta además con una cervecera en la que todos los días se sirve pollo asado, codillo y chuletón y que recibe a sus comensales los 365 días del año. Para los que buscan escapar del frenético ritmo urbano Mendikosolo es perfecto para pasear con la única compañía de la naturaleza.

Un día en el pulmón de Bizkaia (Reserva de la Biosfera)
Pocos lugares en el mundo reúnen la belleza y diversidad de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, un paraíso natural con auténticos tesoros como Santimamiñe, las cuevas del paleolítico superior en las que en 1961 se descubrieron pinturas de osos, bisontes y caballos; San Juan de Gaztelugatxe, esa pequeña isla convertida en península gracias al empeño del ser humano, que recibe al visitante, tras subir los 241 escalones, con unas impresionantes vistas al Cantábrico; la Isla de Izaro y su importante colonia de aves marinas o las playas de Mundaka y su famosa ola izquierda que obsesiona a los apasionados del surf. Declarado por la UNESCO como reserva de la biosfera en 1984, el estuario de Urdaibai, hasta donde conduce sus aguas el río Oka, ocupa una superficie de 230 kilómetros cuadrados en los que conviven diferentes especies de fauna y flora. El lugar está atravesado de senderos flanqueados por encinas, madroños, robles, fresnos y castaños, que conducen a playas, acantilados y a las famosas marismas plagadas de carrizales donde cada año descansan aves provenientes de toda Europa en su paso hacia las cálidas tierras africanas. La ruta del vino y el pescado (GR-38), que antiguamente transitaban arrieros y mercaderes entre los principales puertos pesqueros de Bizkaia y La Rioja Alavesa, es de obligado recorrido para conocer cómo va cambiando la fisonomía del paisaje de Urdaibai, así como los alrededores del pequeño pueblo de Murueta, conocido por su preciosa tejera, en los que es posible asomarse al pasado industrial de la zona y a los vestigios de sus ferrerías. Urdaibai cuenta con una gran cantidad de servicios, como la Ekoetxea, el Centro de Biodiversidad de Euskadi, donde se puede visitar la Torre Madariaga construida en el siglo XV o Urdaibai Bird Center, un museo vivo para conocer más sobre las aves sedentarias y migratorias de la zona y que ofrece visitas durante todo el verano para ver las águilas pescadoras que se crían en la reserva.

La isla mágica de Garraitz (Lekeitio)
Si buscáramos un simil literario sería como el Dr. Jekill y Mr. Hyde, solo que en este caso no hay lado sinistro, solo dos de gran belleza. Estamos hablando de Lekeitio, que según baje o suba la marea cambia de paisaje, revelando un camino hasta la preciosa isla de Garraitz o de San Nicolás, un pequeño atolón deshabitado frente al puerto pesquero, al que se tiene acceso solo cuando el Cantábrico lo permite. Y es que la «noble y leal villa», situada junto a la desembocadura del río Lea, tiene una playa que aparece y desaparece, como si de un truco de magia se tratase, despejando la senda desde la playa de Karraspio hasta el islote, donde se puede tomar el sol, bañarse en una pequeña cala o subir los 48 metros de altura de este trozo de tierra para dar un gusto a las retinas con unas imágenes de postal. De camino a la cima, Garraitz sorprende al visitante con sus pinos y cipreses, pero también con sus vestigios arquitectónicos y arqueológicos, como los restos de la ermita consagrada a San Nicolás de Bari construida en el siglo XV, los vestigios del convento que la orden franciscana erigió en este lugar dos siglos más tarde o los de un fortín levantado en el extremo norte en el XIX y que en el XX fue convertido en cuartel y polvorín. Garraitz y este museo al aire libre es otro de los imprescindibles del verano que puede rematarse con un paseo por el colorido y encantador puerto de Lekeitio.

Una joya al natural (Armañón)
En Las Encartaciones, la comarca más occidental de la provincia, entre cumbres y valles se encuentra Marañón, un precioso parque natural con una intrincada maraña de senderos que sorprenden al caminante con su más de 200 grutas. Armañón se extiende entre los municipios de Karranza y Turtzios y se caracteriza por sus paisajes kársticos de enorme riqueza ecológica que crean un auténtico laberinto de simas, dolinas, torcas y cuevas junto a los que se alzan encinares y hayedos frondosos y recios. Los amantes de la naturaleza encontrarán en el parque encartado el enclave perfecto para escapar de la naturaleza, liberarse de las mascarillas y abrazar la naturaleza en todo su esplendor. Además de las numerosas rutas en las que se encuentran viejos caleros, la iglesia renacentista de San Cipriano o la barroca de Santa Cecilia, canteras abandonadas (las antiguas instalaciones de Dolomitas del Norte), la buitrera de Ordunte, el famoso hayedo de Baljerri (el más extenso de Bizkaia) que permite la existencia de una variada fauna y la compañía durante el trayecto del picamaderos negro, así como bosques de tejos, acebos y robles, Armañón cuenta con numerosos atractivos turísticos como la Cueva de Pozalagua y un Centro de Interpretación para conocer más a fondo el lugar. Si la idea que tienes en mente es pasar un día con amigos y familia, el parque cuenta con merendero, barbacoas, un área recreativa para los más pequeños y un bar-restaurante.

Una escapada verde
Está claro que no hace falta irse muy lejos para disfrutar de la naturaleza y pasar una agradable jornada veraniega rodeados de árboles, montes, mar y mucho, mucho verde. Por eso te proponemos preparar unos bocatas, agua, bañador y toalla para recorrer la vía verde de Itsaslur, un hermoso paseo que une los núcleos urbanos de Pobeña y Kobaron, una ruta sencilla y apta para toda la familia que bordea los acantilados cincelados por el Cantábrico con el paso de los siglos. Mesas, sillas, fuentes y miradores acompañan durante todo el trayecto invitando a hacer un alto en el camino para disfrutar de este paisaje tan especial de mar y montaña. El sendero de Itsaslur ocupa el mismo espacio que antaño recorría el ferrocarril minero que transportaba el mineral de la compañía Mac Lennan desde Kobaron al lavadero y cargadero de Campomar. La ruta se encuentra perfectamente señalizada y cuenta con paneles que informan sobre la fauna, flora y el pasado industrial de esta zona. El recorrido lineal de ida y vuelta por este antiguo trazado ferroviario permite disfrutar, al finalizar la caminata, de la playa de La Arena que comparten los municipios de Muskiz y Zierbena. Se trata del último arenal de Bizkaia antes de entrar a Cantabria que en sus 966 metros de longitud ofrece una gran variedad de servicios desde merenderos, aseos, duchas y fuentes hasta juegos infantiles, y alquiler de piraguas.

De visita por un museo al aire libre (Güeñes)

Foto de Pedro Urresti.

Arte y naturaleza forman una amalgama en ArenatzARTE, un precioso parque y jardín botánico en el corazón de Güeñes para disfrutar de paseos, picnics, lecturas y juegos al aire libre. Esculturas vanguardistas de artistas como Mikel Lertxundi, Marijose Rekalde, los hermanos Roscubas, Koldobika Jauregi y Ángel Garraza pueblan este espacio de 1,5 hectáreas ocupadas por los antiguos jardines de Villa Urrutia, la actual casa consistorial, y conviven con una treintena de especies botánicas como el fresno, la acacia de Japón, el arce real morado, el cedro del Atlas, el cedro del Himalaya, la secuoya gigante, el abeto rojo o el ciprés de Leyland. El origen del parque se remonta a principios del siglo XIX, cuando su primer dueño, Alejandro Urrutia, regresó de México, a donde había ido a hacer fortuna, con árboles desconocidos en esta orilla y que todavía hoy sobreviven en ArenatzARTE. Su casa es el edificio más emblemático de la zona y está junto a la entrada del parque, es obra del arquitecto Emiliano Pagazaurtundua en 1910. Los senderos que atraviesan el parque invitan a recorrer cada rincón, a sentarse junto al estanque, caminar por la preciosa pérgola o tumbarse a la sombra de los árboles en un caluroso día de verano. Además, la localidad encartada ofrece al visitante un buen puñado de lugares que merece la pena recorrer como las impresionantes casas de indianos o la iglesia de Santa María, una construcción gótica del siglo XVI.

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