¿La morosidad enturbia la convivencia?

Los administradores de comunidades trabajan para que la relación entre vecinos no se vea manchada por posibles morosos

Por Walter Lerch

La convivencia siempre ha sido uno de los grandes retos de la humanidad. Un hecho que se remonta desde que tenemos recuerdos hasta la actualidad, ya sea a nivel nacional, mundial o incluso vecinal o sentimental. Lo que podría llevarse con lógica y tranquilidad no siempre es así. Al final, cada persona tiene su forma de pensar y vivir y cuando diferentes pensamientos chocan hay que saber gestionarlos. Eso es algo que tiende a suceder en las comunidades de vecinos, donde en un edificio conviven y se mezclan miles de historias y donde cada domicilio tiene sus diversos problemas. Uno de ellos son los gastos comunes que puede producir un edificio, tanto a nivel de reparación, como de mantenimiento o mejora, ya que se suele hablar de gastos considerables y no siempre es apto para todos los vecinos.

Esta situación puede generar una convivencia incómoda en el vecindario, ya que si se produce algún impago por parte de alguno de los integrantes del edificio, viene a significar problemas. Por eso mismo, siempre es importante contar con lo que en términos de resumen o metafóricos puede denominarse, un mediador. En este caso se hace referencia al Colegio de Administradores de Fincas de Álava y Gipuzkoa, y su presidente, Francisco Javier Montero Martín, quien lleva ya seis años en el cargo, comenta que “el ser humano es como es y normal-mente la gente vive tranquila. En su comunidad se suelen conocer y si en su barrio hay un jeta, ya se suele tener localizado porque ves qué estilo de vida hace”. Eso sí, el presidente añade que “la convivencia se puede poner tensa cuando un moroso o morosa empieza a deber mucho dinero, normalmente cuando es a partir de los 1.000 euros. En esos casos es cuando hay que empezar a tener cuidado porque también hay humanos violentos”.

Lógicamente, cada caso es un mundo y siempre hay que estudiar de qué forma hay que atajar los problemas, “lo último que haces es ir al juzgado para poner un procedimiento monitorio. Un proceso al que en teoría la persona morosa debe contestar en 20 días. Si no justifica delante del juez el motivo por el que no está pagando esas cuotas, directamente se decreta el embargo de los bienes que tenga”, comenta Francisco Javier. Eso sí, “y aunque según la ley, esto se puede solucionar en un mes, la realidad es que te tiras un año hasta que consigues recuperar el dinero”, añade el presidente.
Lógicamente, se comprende la situación financiera actual a nivel mundial y aunque la subida de los tipos de interés afecta a los ciudadanos “en mi experiencia como administrador de fincas realmente se suelen producir casos de morosidad cuando hay obras en las comunidades de propietarios.

Planificar la deuda

Si hablamos de cuotas ordinarias, los vecinos normalmente las pagan”, comenta el presidente. En estos casos, es decir, cuando hay obras, “lo primero es hacer una planificación para no pedir de golpe todo lo que le corresponda a cada propietario. Por ejemplo, en las obras que se están haciendo últimamente de eficiencia energética, hablamos de que un propietario quizá tiene que pagar alrededor de 15.000 a 21.000 euros, según la profundidad de la rehabilitación de su casa. Entonces, un par de años antes se empieza a poner un fondo por parte de los propietarios y luego se busca financiación bancaria o se habla con la propia constructora a ver qué flexibilidad o qué formas de pago nos puede ofrecer”, afirma Francisco Javier. Al final, se habla de un proceso lógico y organizado para que el desembolso inicial no sea tan importante ni se produzca de golpe.

Además del actual cargo de presidente, Francisco Javier tiene una dilatada experiencia como administrador, 26 años, y nunca ha sufrido un caso de algún vecino que se haya declarado insolvente, “cuando empieza a haber alguien que no puede pagar, lo primero que se hace es hablar con él e intentar que la deuda no se engorde demasiado y que vaya pagando poco a poco”, comenta Fran-cisco Javier. Además, “las comunidades normalmente con sus vecinos suelen ser flexibles, siempre y cuando se vea que hay voluntad de pagar”, añade el presidente, quien también pone un ejemplo que vivió en primera persona, “hubo una derrama a tres años y alguien necesitó de forma puntual ponerla a 4 años. Eso se suele permitir, porque normalmente los vecinos en ese sentido son flexibles”.

Eso sí, el presidente también admite que “alguna vez se ha ter-minado llevando a algún moroso al juzgado porque el vecino o vecina en cuestión no daba la cara ni señales de vida, pero finalmente se acabó cobrando, porque todo el mundo es propietario y si no, el propio piso va a responder por la deuda en un momento dado”. En cuanto a posibles ventas de un piso con cargas, el proceso es sencillo, porque “quien tiene interés de vender, al final con la señal que le dan de la venta, se debe levantar la deuda por la comunidad para que el administrador le emita un certificado de que el piso está libre de gastos”, afirma el presidente.

A pesar de que pueda ser un tema escabroso de tratar, el presidente finaliza alegre que para él “es un trabajo gratificante y además te pone en contacto con los compañeros de la profesión. Además, no hay un gran problema de morosidad ni en Álava ni en Gipuzkoa”.

Recomendación

El presidente recomienda por experiencia personal, “que si no encuentras bienes ni tiene dinero, nunca te quedes con el coche de un propietario moroso, porque te estás cargando con un problema. Al final, te haces depositario del coche y todo son problemas”. Es más, Franciso Javier recuerda con mal sabor de boca que “tuve que hacerme cargo de todo, es decir, buscar el comprador del coche y mientras tanto tuve que tener el vehículo en un garaje de depósitos siendo yo el responsable de que éste estuviera en buen estado”. Por eso mismo, el presidente recomienda que “es mejor que esperes a que el moroso tenga mejor fortuna”.

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