Agenda 2030, frenazo debido a la pandemia
En el ecuador de la hoja de ruta de la Agenda 2030, la pandemia ha generado un «parón a nivel global», por lo que hay que «focalizar los aspectos fundamentales» y «marchar a la vez» en objetivos y alianzas
Por Laura A. Izaguirre
Cuando la Asamblea de la ONU adoptó en 2015 la Agenda 2030, con sus consiguientes Objetivos de Desarrollo Sostenible como plan de acción en favor de las personas, el planeta y la prosperidad, ese horizonte a 15 años vista sonaba como un futuro muy a largo plazo para el que aún quedaba margen de maniobra. Hoy, a noviembre de 2022, estamos prácticamente en el ecuador del plazo marcado, a tan solo 8 años de una fecha fijada por el mundo para haber conseguido que éste sea un planeta más sostenible y justo. ¿En qué momento nos encontramos? ¿Cuáles son las mayores emergencias a las que hay que dar solución? ¿Qué papel juegan los diferentes actores sociales e institucionales? ¿Qué podemos aportar como ciudadanos?
«En el último ‘Informe sobre Desarrollo Sostenible’ elaborado por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible se aprecia que en los dos últimos años ha habido un parón a nivel global. Llevábamos una velocidad buena y se estaban obteniendo buenos resultados, no de forma drástica pero sí continua en la mayoría de los ODS. Y en este último informe se identifica que ha habido un frenazo debido, en gran parte, a la pandemia», detalla Javier Benayas, ecólogo y miembro del Consejo Asesor de la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS). Una realidad que no es difícil imaginar teniendo en cuenta las crisis energética y bélica en las que el mundo está actualmente inmerso y que al mismo tiempo deriva, entre otras muchas cosas, en cada vez más desigualdades sociales.
A nivel nacional, sin embargo, España «ha tenido una mejora continua y se encuentra en el puesto 16 del ranking mundial». «Mientras que en términos generales la situación ha empeorado, aquí ha seguido mejorando, muy ligeramente, pero mejorando; y hay varios ODS en los que estamos prácticamente a punto de obtener el color verde, es decir, de llegar al objetivo de cumplirlos», añade el experto. Parte de la explicación del porqué de esta situación reside en que «en líneas generales, los países desarrollados suelen tener buenos resultados en los ODS más sociales, mientras que suelen ser peores en los ambientales, tanto en el cambio climático, como en el de conservación de la biodiversidad o de ecosistemas marinos, tres de los objetivos en los que casi todos los países de la OCDE suelen tener resultados que no son buenos. En España, aunque quizá en materia de empleo ha mejorado el escenario, la pandemia ha agravado las situaciones de desigualdades. Es uno de los ODS que aparecen en rojo, igual que el del cambio climático», puntualiza Benayas.
Es por ello que, hoy por hoy, «tenemos una sensación agridulce», califica Leire Pajín, presidenta de REDS. Porque, por un lado, los datos apuntan a que cada vez hay una mayor conciencia social respecto a que no podemos seguir desarrollando un modelo económico que no tiene en cuenta los recursos limitados del planeta. De hecho, cada vez hay más ciudadanos y empresas que están sumándose a la sostenibilidad. Además, nunca antes en la historia hemos tenido la capacidad tecnológica y científica de poder anticiparnos, porque hoy conocemos con detalle y con muchos años de anticipación qué ocurrirá si cumplimos o no con esta hoja de ruta. «Pero, al mismo tiempo, hoy tenemos nuevos enemigos a estas agendas que, institucionalmente, no teníamos hace unos años, opciones políticas que niegan el cambio climático y que se oponen al cumplimiento de los ODS y que suponen también una amenaza para su cumplimiento», pone sobre la mesa Pajín.
La mayor ‘emergencia’
Es por ello que hay que tener muy presente que «estamos en una situación crítica, en un punto de inflexión, porque el escenario socioeconómico que ha desarrollado la Humanidad en las últimas décadas no tiene futuro. Es decir, tenemos que producir cambios importantes. Lo ideal es que sean cambios graduales, pero también es cierto que estamos inmersos en un gran momento de incertidumbre y planificar es imposible», detalla el ecólogo. «Hay que llevar a cabo actuaciones urgentes, pero, por otra parte, hay que tener capacidad de gestión porque si no se compaginan bien los objetivos, surgen desacoples», añade Benayas.
«Lo que necesitamos ahora es focalizar aquellos aspectos de la Agenda 2030 que son fundamentales y entender que siempre hablamos de diferentes áreas de progreso que tienen que marchar a la vez, no vale con trabajar solo los aspectos climáticos sin tener en cuenta los sociales o los económicos porque van íntimamente relacionados», reclama la presidenta de REDS. Es por ello que, a su juicio, hay 4 transformaciones necesarias. «En el ámbito de la educación, hay que cambiar el modelo hacia nuevas capacidades relacionadas con el nuevo empleo verde a una mayor sensibilización de la sostenibilidad; en el ámbito de la salud y del bienestar hay que garantizar el acceso universal a la salud –la pandemia nos ha dejado muy claras las diferencias que existen entre aquellos que tenemos el privilegio de tener un sistema universal y aquellos que no–; por supuesto, producir energía limpia y accesible para todos es uno de los retos más importantes en este momento; y la necesidad de hacer un uso sostenible de la tierra. Tenemos una muy buena hoja de ruta, ambiciosa; ahora falta la voluntad política y la financiación», reclama Pajín.
Focalizar esfuerzos
«Es necesario entender que la Agenda 2030 es un pacto global, es decir, que no vale solo con tener una ambición en los países del norte sino que hay que entender las consecuencias de las acciones en el norte para países del sur. Que también es generacional, es decir, que nuestra generación tiene que tomar medidas de compromiso y responsabilidad porque las consecuencias las van a pagar nuestros hijos. Y también es un pacto plural, porque hay que recordar que en un mundo absolutamente polarizado ésta es de las pocas agendas que ha conseguido unanimidad en su aprobación, y eso es tremendamente importante», enumera Pajín.
«La Agenda 2030 habla de progreso, no solo como crecimiento económico, sino como bienestar social y ambiental. Habla de prosperidad, entendiendo no solo la prosperidad presente sino la futura, y sostenible en el tiempo y en todo el planeta, no solo de nuestras sociedades. Y habla de la necesidad de trabajar en alianza entre las políticas públicas, sociedad civil, empresas y mundo académico. Y, por último, habla de la paz. Por lo tanto, esas 4 P’s, esas 4 áreas, son las que se tienen que trabajar al mismo tiempo. Porque se trata de garantizar un progreso teniendo en cuenta los límites del planeta y a quién se puede llegar fuera de esa transición. Esa es la ambición que tenemos que seguir desarrollando», anima la presidenta de REDS.
Un camino en el que el trabajo común es esencial. «Hay que empoderar, concienciar e implicar a la gente para que opte por una vida sostenible, es decir, que desde que nos levantamos hasta que nos acostamos vayamos tomamos decisiones sobre vestirnos, desayunar, comprar o utilizar transporte con recursos y consumos renovables. Hay que generar esa ‘vida sostenible’, es decir, aportar la información necesaria de tal manera que cuando vaya a comprar pueda saber si la magdalena que voy a coger es sostenible o no, y poder ejecutar mi comportamiento. Y hay un tercer grupo de actuaciones que pasa por implicar a los que toman decisiones, porque donde está la capacidad de acción significativa es en los que deciden, los técnicos y los políticos», concluye Benayes.