Reconvertir la última milla

El constante aumento del e-commerce obliga a empresas y ciudades a adoptar medidas que permitan a los consumidores seguir disfrutando de estas transacciones

Por Carlos Cienfuegos

Desde hace años nos avisan de que el comercio electrónico va a quitarle terreno a los negocios físicos. Una realidad que se acrecentó enormemente con la pandemia al no poder movernos libremente. Y es que tal parece que aquellos avisos que parecían de un futuro muy lejano se han convertido en la normalidad actual.
Durante el primer trimestre de 2022, estas transacciones aumentaron en España el 25,3% con respecto al mismo periodo del año anterior. Es decir, en el país se facturaron 15.627 millones de euros, 3 millones más que en 2021. Esto establece el último informe publicado por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. Las prendas de vestir siguen siendo las más demandadas, seguidas de las agencias de viajes y los servicios auxiliares a la intermediación financiera.

La digitalización de los pedidos en tiempo real facilita al consumidor saber dónde se encuentra su pedido

Este proceso de cambio conlleva una logística importante para que los paquetes lleguen en tiempo y forma a los hogares. La conocida como última milla responde a la gestión de transporte de paquetería, centrado ya en el último trayecto que se realiza para la entrega final al propio consumidor. De ahí el término, ya que se refiere a la distribución dentro de la ciudad y depende de factores externos a la propia cadena, como el tráfico, la falta de aparcamientos o el corte de carreteras por obras.
Su importancia es vital para las empresas, ya que, según los estudios, el 80% de los clientes no vuelven a comprar un producto de una marca si ésta ha cometido un error en la entrega. Por lo que se convierte en una parte fundamental de la cadena de distribución y el objetivo es la satisfacción de un consumidor cada vez más exigente y que quiere decidir dónde recoger su paquete.

Ciudades en reconversión

La concentración de habitantes en las grandes urbes, así como el alto consumo de sus habitantes han potenciado el e-commerce. Por ello, estas tienen que adaptarse a la creciente demanda. La cadena logística ya ha tomado medidas importantes para mejorar el acceso, sobre todo de los transportes. La mayoría de ellas se enfocan a la eficacia y sostenibilidad, como marca la Agenda 2030. Pero, ¿qué va a pasar con las ciudades?
La logística urbanística debe cambiar para que la situación mejore en todos los ámbitos. La mayoría de empresas y expertos coinciden en que es necesaria una alianza entre tiendas y plataformas online, que otorgaría una cercanía para recoger y entregar los productos. También se apunta a que la última milla se debería externalizar a actores especializados en estos temas.

¿Y las empresas?

La creación de infraestructuras en la periferia que permitan mejorar la eficacia y reduzca el desplazamiento de los vehículos son algunas de las medidas que están adoptando las grandes empresas. Pero también la digitalización en tiempo real de los pedidos, algo que facilita al consumidor el lugar en el que se encuentra su producto y comunica al repartidor la distancia por recorrer, los posibles atascos y los diferentes caminos a tomar.
Además, este año las ciudades de menos de 50.000 habitantes cuentan con una Zona de Bajas Emisiones, en las que está prohibido la circulación de vehículos. Bicicletas, patinetes o motos se han convertido en una alternativa fundamental para ellas.

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